Centros penitenciarios y drogas: respuestas sanitarias y sociales

Introducción

Esta miniguía forma parte de un conjunto más amplio que, combinado, constituye las Respuestas sanitarias y sociales a los problemas relacionados con las drogas: una guía europea. Ofrece una visión general de lo que se debe tener en cuenta a la hora de planificar o proporcionar respuestas sanitarias y sociales a problemas relacionados con las drogas en los centros penitenciarios, y examina las intervenciones disponibles y su eficacia. También tiene en cuenta las implicaciones para las prácticas y las políticas.

Última actualización: 21 de abril de 2022.

Portada de la miniguía Centros penitenciarios y drogas: respuestas sanitarias y sociales

Índice:

Resumen

Cuestiones clave

Las personas que cometen delitos e ingresan en el sistema de justicia penal presentan mayores tasas de consumo de drogas y consumo por vía parenteral que la población general. También suelen ser delincuentes reincidentes y constituyen una proporción significativa de la población reclusa.

El consumo de drogas puede estar relacionado con la comisión de delitos de diversas maneras: algunos delincuentes con problemas de drogas son encarcelados por delitos de consumo o posesión; otros muchos son encarcelados por otros delitos o vulneraciones de la legislación sobre drogas, como el robo cometido a fin de obtener dinero para drogas. Las complejas necesidades sanitarias de estas personas deben evaluarse al entrar en el centro penitenciario y, a continuación, someterse a un seguimiento periódico.

El consumo de drogas también se produce en los centros penitenciarios y presenta un riesgo para la salud y la seguridad públicas, tanto para los reclusos como para los funcionarios de prisiones. El riesgo de muerte por sobredosis en personas consumidores de opioides es especialmente elevado en el periodo inmediatamente posterior a su salida del centro penitenciario, por lo que la continuidad de la atención es un aspecto importante.

Las personas que consumen drogas y entran en contacto con el sistema de justicia penal son una población dinámica que mantiene contactos regulares con la comunidad. Al responder a los problemas relacionados con las drogas en los centros penitenciarios, se puede mejorar la salud de las personas, tanto en los centros penitenciarios como en la comunidad, lo cual produce un beneficio general para la sociedad.

Las convenciones internacionales sobre drogas reconocen que las personas con problemas de drogodependencia necesitan apoyo sanitario y social y tienen en cuenta multas coercitivas alternativas para ayudarles a tratar sus problemas de consumo de drogas.

Pruebas y respuestas

En general, las intervenciones que son eficaces para abordar los problemas de las drogas en la comunidad también lo son en los centros penitenciarios, aunque suele haber menos estudios para respaldarlos. En particular, se recomienda la disponibilidad de tratamiento con agonistas opioides para las personas con dependencia opioide.

Dos de los principios importantes para las intervenciones sanitarias en los centros penitenciarios son la equivalencia de la asistencia facilitada en la comunidad y la continuidad de la asistencia entre la comunidad y el centro penitenciario en el momento del ingreso y al recobrar la libertad. Esto implica que todos los servicios de prevención, reducción de daños y tratamiento adecuados deben estar disponibles en los centros penitenciarios, y también que debe prestarse especial atención a la prestación de servicios en torno a la admisión y la puesta en libertad.

Animar a los delincuentes consumidores de drogas a participar en el tratamiento puede ofrecer una alternativa adecuada al encarcelamiento, ya que este enfoque tiene una serie de posibles efectos positivos, como reducir los daños relacionados con las drogas para las personas, evitar los efectos perjudiciales de la detención y contribuir a reducir los costes del sistema penitenciario. Se requieren más y mejores evaluaciones de los diferentes modelos de intervenciones.

Perspectiva europea

  • En los centros penitenciarios de Europa se han llevado a cabo numerosas intervenciones que han demostrado ser eficaces en la comunidad para reducir la demanda de drogas, prevenir y controlar las enfermedades infecciosas, pero a menudo tras cierto retraso y con una cobertura insuficiente.
  • Aunque el tratamiento con agonistas opioides en los centros penitenciarios es notificado por todos los países, salvo uno, bajo la supervisión del OEDT, únicamente sigue estando disponible para una pequeña proporción de las personas que lo necesitan.
  • Tan solo en unos pocos centros penitenciarios de Europa se dispone de equipos de administración parenteral limpios.
  • Muchos países europeos tienen relaciones de colaboración entre los servicios sanitarios de los centros penitenciarios y los proveedores en la comunidad para garantizar la continuidad de la asistencia al ingresar y al recobrar la libertad.
  • La mayoría de los países informan de la preparación ante la puesta en libertad, incluida la reintegración social y la prevención de sobredosis entre consumidores de opioides por vía parenteral, pero pocos incluyen el suministro de naloxona una vez se sale del centro penitenciario.
  • En muchos países de Europa existen alternativas a los centros penitenciarios, aunque los enfoques para la remisión varían considerablemente y, en general, la disponibilidad y la aplicación siguen siendo limitadas.

     

Cuestiones clave relacionadas con los centros penitenciarios y las drogas

Las personas que cometen delitos e ingresan en el sistema de justicia penal y en centros penitenciarios presentan mayores tasas de consumo de drogas en su vida y pautas de consumo más nocivas (incluido el consumo por vía parenteral) que la población general. Por eso los centros penitenciarios y el sistema de justicia penal son contextos importantes para las intervenciones relacionadas con las drogas.

El consumo de drogas se puede relacionar con la delincuencia de varias maneras: el consumo o la posesión constituyen delitos contra la legislación en materia de drogas; pueden cometerse delitos, como para obtener drogas o financiar su compra; se pueden cometer delitos bajo la influencia de las drogas; y también hay delitos que están vinculados al tráfico de drogas, como la violencia entre distintos grupos de traficantes de drogas.

La mayor parte de los delitos registrados relacionados con la legislación en materia de drogas en la mayoría de los países de la Unión Europea (UE) están relacionados con el consumo o la posesión de cannabis. Los delitos contra la propiedad, como hurto, robo y allanamiento de morada con robo, para financiar su consumo de drogas, se notifican con mayor frecuencia entre las personas que tienen pautas de consumo problemáticas. Este último grupo suele ser reincidente y puede representar una proporción significativa de la población reclusa.

Las convenciones internacionales sobre drogas reconocen que las personas con problemas de drogodependencia necesitan apoyo sanitario y social y tienen en cuenta multas coercitivas alternativas para ayudarles a tratar sus problemas de consumo de drogas. No obstante, muchas personas con un consumo problemático de drogas siguen encarceladas.

El consumo de drogas que se produce en los centros penitenciarios puede presentar un riesgo para la salud y la seguridad públicas de las personas reclusas y de los funcionarios de prisiones. Las personas internadas que consumen drogas pueden presentar necesidades sanitarias complejas que tienen implicaciones relativas a las respuestas ofrecidas en el momento de la ingesta, durante el internamiento y en el momento de la liberación (véase el Gráfico «Intervenciones relacionadas con las drogas y otras intervenciones de asistencia sanitaria y social dirigidas a las personas que consumen drogas en prisión, por fase de encarcelamiento»). Dado que la duración media de una condena de prisión para este grupo es de unos pocos meses, siguen siendo una población dinámica que mantiene un contacto regular con la comunidad, una situación que tiene implicaciones para la salud pública. Al responder a los problemas relacionados con las drogas en los centros penitenciarios, tanto la salud de las personas reclusas como de la comunidad a la que regresan puede mejorarse, lo cual produce un beneficio general para la sociedad.

Una cuestión de especial preocupación en algunos países es el creciente consumo de cannabinoides sintéticos en los centros penitenciarios. Esto puede deberse a que, por lo general, estas sustancias no son detectables por las pruebas aleatorias que se utilizan en los centros penitenciarios de algunas jurisdicciones, o a que son más baratas que otras drogas y más fáciles de introducir ilegalmente en los centros penitenciarios (véase Foco sobre cannabinoides sintéticos).

Pruebas y respuestas a cuestiones relacionadas con las drogas en los centros penitenciarios

Respuestas en los centros penitenciarios

En los centros penitenciarios de Europa se han llevado a cabo numerosas intervenciones relacionadas con las drogas, las cuales han demostrado ser eficaces en la comunidad.

Dos principios importantes para las intervenciones sanitarias en los centros penitenciarios son la equivalencia de la prestación con aquella disponible en la comunidad y la continuidad de la asistencia antes y después del abandono del centro penitenciario. También deben respetarse los principios relativos a los derechos humanos: se debe conceder a los internos un tratamiento humano y acceso a la atención sanitaria, a la vez que se debe respetar el consentimiento y la confidencialidad de los pacientes, y se debe facilitar asistencia humanitaria a las personas más vulnerables. La independencia clínica del personal sanitario en los centros penitenciarios también es importante para garantizar el acceso al tratamiento.

El principio de equivalencia de la asistencia obliga a los servicios de salud en los centros penitenciarios a prestar a las personas en dichos centros cuidados de una calidad equivalente a la disponible para el público en general en el mismo país, incluido el tratamiento de drogodependencias e intervenciones para la reducción de daños. Deben superarse las barreras, ya sean legales o estructurales, para garantizar un tratamiento y una atención de alta calidad a las personas en prisión.

Debe garantizarse la continuidad de la asistencia entre los servicios de la comunidad y los centros penitenciarios tanto al entrar en el centro como al ser puesto en libertad. Este principio también debe aplicarse al tratamiento con drogas, incluido el tratamiento con agonistas opioides (TAO) y a todo tipo de asistencia sanitaria.

Véase el gráfico «Intervenciones relacionadas con las drogas y otras intervenciones de asistencia sanitaria y social dirigidas a las personas que consumen drogas en prisión, por fase de encarcelamiento».

Intervenciones al entrar en prisión

Para cumplir estos requisitos básicos en relación con la continuidad y la calidad de la asistencia, las rutinas de acogida en centros penitenciarios deben incluir sistemas para identificar a las personas con grandes necesidades de tratamiento inmediatamente tras su llegada. La evaluación de la salud al entrar en los centros penitenciarios es una práctica fundamental de los regímenes de asistencia sanitaria en estos centros. El objetivo es diagnosticar cualquier enfermedad física o mental, proporcionar el tratamiento requerido y garantizar la continuidad de la atención médica comunitaria. Además, debe llevarse a cabo una evaluación y una revisión adecuadas de las necesidades para garantizar que el tratamiento se ajuste a las necesidades de cada persona. En efecto, pueden ser especialmente importantes porque los centros penitenciarios son entornos de elevado riesgo. El tratamiento agudo de desintoxicación puede incluir el tratamiento sintomático de los efectos de abstinencia y puede beneficiarse del uso de herramientas clínicas para controlar los síntomas. La consulta médica al entrar en el centro penitenciario también brinda la oportunidad de proporcionar información individual sobre el tratamiento y la prevención, aumentar su sensibilización sobre el riesgo y distribuir materiales para la reducción de daños.

Intervenciones durante la estancia en el centro penitenciario

Los programas de tratamiento de las drogodependencias en los centros penitenciarios pueden llevarse a cabo de varias maneras. El tratamiento ambulatorio puede llevarse a cabo en clínicas médicas o espacios comunes dentro de los centros penitenciarios, y puede incluir intervenciones psicosociales, tratamiento farmacológico y actividades de formación.

El tratamiento residencial en el interior del centro penitenciario se proporciona en unidades o alas especiales a las que se asignan las personas con problemas relacionados con las drogas tras una evaluación de las necesidades. Las comunidades terapéuticas son la principal forma de tratamiento residencial en los centros penitenciarios y funcionan de manera similar a los programas residenciales de la comunidad. Las pruebas de eficacia son limitadas, pero indican que las comunidades terapéuticas de los centros penitenciarios pueden ser beneficiosas para reducir el consumo de drogas, las tasas de nueva detención y reinternamiento entre personas que hayan cometido delitos relacionados con las drogas. También están disponibles en los centros penitenciarios unidades sin de drogas: alas residenciales específicas que, aunque no se centran necesariamente en el tratamiento de las drogodependencias, tratan de proporcionar un entorno libre de drogas dentro de los centros penitenciarios para ayudar a las personas a continuar con la abstinencia. Sin embargo, faltan pruebas de su eficacia.

Intervenciones psicosociales

Las intervenciones psicosociales incluyen una serie de procesos terapéuticos estructurados que abordan tanto los aspectos psicológicos como sociales del comportamiento de un paciente, y varían en duración e intensidad. Se han utilizado tres tipos generales de intervención psicosocial para tratar a las personas que consumen drogas: gestión de contingencias, terapia cognitivo-conductual y entrevistas motivacionales. Estas técnicas se utilizan a menudo junto con intervenciones farmacológicas. Aunque existen algunas pruebas de la eficacia de su uso en la comunidad, se requieren más estudios en el entorno penitenciario.

Tratamiento con agonistas opioides

En Europa, el TAO en forma de metadona o buprenorfina es el principal tratamiento que se ofrece en la comunidad para la dependencia de opioides. En los centros penitenciarios en los que se dispone de TAO, las personas que lo recibido en la comunidad pueden seguir siendo tratadas en centros penitenciarios. El TAO también puede iniciarse en prisión o reiniciarse antes del final de una sentencia. Existen pruebas que indican que el suministro del TAO con metadona durante el internamiento reduce los riesgos de consumo de drogas por vía parenteral y aumenta el compromiso con el tratamiento en la comunidad tras la salida del centro penitenciario. La continuidad de la atención sanitaria al entrar y salir de prisión es un problema fundamental para quienes están sometidos al TAO, ya que existe un alto riesgo de sobredosis o transmisión de la infección por el virus de la hepatitis C (VHC) cuando se interrumpe el tratamiento. Aunque los datos disponibles son limitados, el suministro de TAO en prisión, especialmente si se continúa en la comunidad, puede reducir la mortalidad tras la liberación.

La naltrexona de liberación prolongada, que se utiliza para prevenir recaídas en personas dependientes de opioides, es una formulación inyectable mensual de liberación prolongada del antagonista completo de los receptores de opioides mu. La administración de naltrexona de liberación prolongada puede ser beneficiosa para reducir la recaída en el consumo de opioides entre los delincuentes, pero se necesitan más pruebas.

Intervenciones entre pares

Las intervenciones entre pares, realizadas en los centros penitenciarios por antiguos o actuales personas reclusas, tienen por objeto mejorar la salud de las personas y reducir los factores de riesgo. Se han identificado diferentes modos de actividades entre pares, como las funciones de educación, apoyo, tutoría y enlace. Aunque algunos estudios indican que estas intervenciones pueden ser eficaces para reducir las conductas de riesgo, especialmente en lo que se refiere al consumo de nuevas sustancias psicoactivas, aún no existen pruebas sólidas que lo respalden. Las asociaciones entre los servicios de salud en los centros penitenciarios y los proveedores de estos servicios en la comunidad también han sido importantes a la hora de ofrecer educación sanitaria e intervenciones de tratamiento para el consumo de nuevas sustancias psicoactivas y daños relacionados en los centros penitenciarios.

Reducción de daños

Se llevan a cabo intervenciones de reducción de daños en los centros penitenciarios a fin de reducir los daños sociales y para la salud derivados del consumo de drogas que sufren las personas y la comunidad penitenciaria. En particular, los centros penitenciarios pueden ser un ámbito fundamental para interactuar con las personas que consumen drogas por vía parenteral y a las que puede haber resultado difícil llegar en la comunidad, lo cual permite la prestación de servicios de reducción de daños, asesoramiento, análisis y tratamiento antes de que regresen a la comunidad.

Se recomienda adoptar una serie de medidas para reducir los daños relacionados con el consumo de drogas. Entre ellas se incluyen el TAO (véase más arriba), pruebas y tratamiento de enfermedades infecciosas, vacunación, distribución de equipos de inyección estériles e intervenciones de promoción de la salud centradas en una conducta más segura en el consumo de drogas por vía parenteral y una menor conducta de riesgo sexual. El suministro de programas de pruebas voluntarias universales para una serie de infecciones (virus de transmisión hemática, infecciones de transmisión sexual y tuberculosis) al entrar y al salir de prisión, junto con un tratamiento rápido cuando sea necesario, puede reducir la propagación de enfermedades infecciosas en el entorno penitenciario y en la comunidad en general (véase Enfermedades infecciosas relacionadas con las drogas: respuesta sanitaria y social). La formación del personal sanitario de los centros penitenciarios relativa a las enfermedades transmisibles y la promoción de las pruebas de detección pueden aumentar la detección activa de casos y la aplicación de estos programas. Las orientaciones de las Naciones Unidas/Organización Mundial de la Salud recomiendan la adopción de medidas para reducir los daños en los centros penitenciarios, incluidos los programas de intercambio de agujas y jeringuillas, pero dichas prácticas son actualmente poco frecuentes: la ampliación de estos programas podría hacer una importante contribución a la mejora de la salud.

Intervenciones tras la salida del centro penitenciario

Se necesitan medidas específicas previas a la liberación para quienes consumen o han consumido drogas, ya que las personas que abandonan los centros penitenciarios presentan vulnerabilidades específicas relacionadas con la salud, como el riesgo de recaída en el consumo de drogas, la sobredosis y la muerte por sobredosis, así como la transmisión de enfermedades infecciosas. Para garantizar una transición más fácil al tratamiento en la comunidad, resulta especialmente importante la cooperación entre los servicios que operan en el interior del centro penitenciario y los servicios sanitarios y sociales en la comunidad. Existen dos componentes interrelacionados clave en las intervenciones de cara a la salida del centro penitenciario: las conexiones con los servicios de la comunidad para garantizar la continuidad del tratamiento de los trastornos por consumo de sustancias y las enfermedades infecciosas; y la prevención de muertes por sobredosis en el periodo inmediatamente posterior al abandono de los centros penitenciarios.

El riesgo de muerte por sobredosis entre las personas que consumen opioides es especialmente elevado poco después de su salida del centro penitenciario. Las principales respuestas dirigidas a reducir las muertes relacionadas con los opioides, tanto en la comunidad como en los centros penitenciarios, incluyen un conjunto de intervenciones dirigidas a prevenir las sobredosis en primer lugar y otro conjunto centrado en evitar que la persona muera cuando tiene lugar una sobredosis. Se llevan a cabo una serie de intervenciones para reducir el riesgo de sobredosis, como el asesoramiento previo a la liberación, la formación en primeros auxilios y gestión de sobredosis, la optimización de la derivación para garantizar la continuidad del tratamiento de las drogodependencias entre los centros penitenciarios y la comunidad, y la distribución de naloxona. La naloxona es un medicamento antagonista opiáceo utilizado para revertir la sobredosis de opioides. En los últimos años, han aumentado los programas de dispensación de naloxona, que enseñan a reconocer las sobredosis y ponen este medicamento a disposición de aquellas personas que puedan presenciar un caso de sobredosis por consumo de opioides. Aunque se acepta que la naloxona puede revertir los efectos potencialmente mortales de una sobredosis de opioides, se necesitan más datos para confirmar el impacto en la mortalidad de los programas de naloxona en el domicilio.

Los problemas relacionados con las drogas son solo una de las muchas vulnerabilidades que sufren las personas que pasan parte de su vida en prisión. La marginación social y la desigualdad son factores de riesgo significativos tanto para el consumo de drogas como para la conducta delictiva, que requieren enfoques interinstitucionales integrados que aborden el consumo de sustancias y los problemas relacionados con las drogas, junto con otros problemas sociales y de salud importantes.

Alternativas a las sanciones coercitivas

Se considera que las alternativas a las sanciones coercitivas pueden reducir los daños relacionados con las drogas derivando a los delincuentes con problemas de drogas a programas que puedan ayudarles a tratar dichos problemas de consumo indebido de sustancias, que a menudo son la causa de sus delitos. Derivar a los delincuentes con problemas de consumo de drogas hacia medidas de rehabilitación y alejarlos del internamiento puede tener una serie de efectos positivos, como evitar los efectos perjudiciales de la detención y contribuir a reducir los costes del sistema penitenciario (por ejemplo, en infraestructuras, personal, etc.). Sin embargo, hasta la fecha se han evaluado pocos programas y, por tanto, la base empírica es limitada. Cuando se han hecho evaluaciones, ha sido sobre todo fuera de Europa con, por lo general, diseños deficientes.

Existen muchos tipos diferentes de alternativas a las sanciones coercitivas, que pueden aplicarse en diferentes fases del proceso penal, desde la detención hasta la condena. Un estudio europeo reciente encontró trece alternativas diferentes a las sanciones coercitivas disponibles en los veintisiete Estados miembros de la UE. Las cuales abarcaban desde un simple aviso, una advertencia o la ausencia de acción, hasta la derivación a un tratamiento especializado. Las alternativas al internamiento son un tipo específico de alternativa a las sanciones coercitivas e incluyen la obtención de una pena suspendida condicionada a participar en un tratamiento de drogodependencias o aceptar someterse a un tratamiento en prisión para reducir el periodo de encarcelamiento.

Aunque las pruebas no son sólidas, la clave del éxito parece disponer de una serie de intervenciones adecuadas a las necesidades de las personas con diferentes tipos y niveles de problemas en materia de drogas. Se necesitan estudios para mejorar la base empírica en torno a las alternativas a las sanciones coercitivas, haciendo especial hincapié en los grupos que más pueden beneficiarse de ellas y en las fases del proceso penal en las que se aplican mejor.

Visión general de las pruebas sobre … intervenciones en los centros penitenciarios y el sistema de justicia penal

Declaración Pruebas
Efecto Calidad
La metadona recibida durante el internamiento reduce los riesgos de consumo de drogas por vía parenteral y aumenta el grado de compromiso con el tratamiento en la comunidad tras salir del centro penitenciario. Beneficioso Moderada
La administración del TAO, sobre todo si se mantiene en la comunidad, reduce la mortalidad tras salir del centro penitenciario. Beneficioso Baja
Las comunidades terapéuticas en prisión pueden reducir el consumo de drogas, las tasas de detención y reinternamiento entre personas que hayan cometido delitos relacionados con las drogas. Beneficioso Baja
La naltrexona puede reducir la recaída en el consumo de opioides (o mantener la abstinencia del consumo de opioides) entre las personas que participan en el sistema de justicia penal. Beneficioso Baja

Clave del efecto de las pruebas:
Beneficioso: Pruebas de la existencia de beneficios en la dirección deseada. Poco claro: No queda claro si la intervención produce el beneficio deseado. Posibles daños: Pruebas de posibles daños o pruebas de que la intervención tiene el efecto contrario al previsto (por ejemplo, aumenta el consumo de drogas, en vez de disminuirse).

Clave para la calidad de las pruebas:
Alta: Podemos tener un alto nivel de confianza en las pruebas disponibles. Moderada: Tenemos una confianza razonable en las pruebas disponibles. Baja: Tenemos una confianza limitada en las pruebas disponibles. Muy baja: Los datos disponibles son insuficientes en la actualidad y, por tanto, existe una incertidumbre considerable sobre si la intervención producirá el resultado deseado.

Perspectiva europea: disponibilidad de intervenciones relacionadas con las drogas en los centros penitenciarios

En los países europeos se han debatido y aplicado varias medidas que podrían afectar a las tasas de encarcelamiento, reduciendo el número de personas que cumplen penas de prisión o son objeto de otras formas de penas por el consumo de drogas e infracciones relacionadas con las drogas. Entre ellas se incluyen la despenalización del consumo de drogas, la abolición de las sentencias a corto plazo de menos de doce meses y ofrecer alternativas a las sanciones coercitivas.

En muchos países de Europa existen alternativas a los centros penitenciarios, aunque los enfoques para la remisión varían considerablemente y, en general, la disponibilidad general sigue siendo limitada. Pocos países de Europa han optado por adoptar enfoques de rehabilitación generalizados. Cuando se adoptan estas políticas, a menudo se aplican sin realizar una evaluación o un seguimiento sólidos, aunque la inversión en estas iniciativas podría mostrar beneficios a largo plazo al proporcionar información que puede utilizarse para mejorar la eficiencia y la eficacia de dichos programas.

Muchos países cuentan con modalidades de colaboración entre los servicios penitenciarios de salud y los servicios sanitarios en la comunidad para garantizar la prestación de programas de educación de la salud y de tratamiento en los propios centros, y la continuidad de la asistencia al entrar en ellos y al recobrar la libertad.

En comparación con los primeros años de la década del 2000, la disponibilidad y los niveles de prestación de servicios sanitarios y de asistencia social dirigidos a las necesidades de las personas que consumen drogas en los centros penitenciarios han mejorado en varios países europeos. Sin embargo, en la mayoría de ellos, estas personas se enfrentan a una serie limitada de opciones de tratamiento, y los principios de equivalencia y continuidad de la asistencia siguen sin alcanzarse.

En los centros penitenciarios de Europa se han llevado a cabo muchas intervenciones de reducción de la demanda de drogas que han demostrado ser eficaces en la comunidad, pero a menudo tras cierto retraso y con una cobertura insuficiente (véase el gráfico «Cantidad de países que han notificado la disponibilidad de intervenciones dirigidas a personas que consumen drogas en los centros penitenciarios de Europa, 2019»). Por ejemplo, el tratamiento con agonistas opioides en los centros penitenciarios, aunque se aplica en todos los países que presentan informes, salvo en uno, únicamente sigue estando disponible para una pequeña proporción de las personas que lo necesitan.

Los enfoques, el grupo objetivo y las modalidades de medidas de reducción de daños en centros penitenciarios varían en cada país. En los centros penitenciarios de la mayoría de los países que presentan informes existen intervenciones para prevenir y controlar las enfermedades infecciosas, como la vacunación contra el virus de la hepatitis B (VHB) y el tratamiento del VIH y la hepatitis C, así como la impartición de formación sobre el riesgo y la prevención de infecciones. Sin embargo, en la práctica, el acceso a las pruebas de detección y al tratamiento sigue siendo escaso. El suministro de equipos de administración parenteral limpios es poco frecuente y solo está disponible en unos pocos centros penitenciarios de Europa.

Muchos países europeos informan de la falta de respuestas adecuadas al consumo de nuevas sustancias psicoactivas en los centros penitenciarios. En algunos casos, se ofrece al personal de los centros penitenciarios iniciativas de información y formación centradas en estas sustancias. Las respuestas disponibles en otras partes del mundo también siguen siendo limitadas, pero incluyen un programa exhaustivo aplicado en el Reino Unido para contrarrestar las nuevas sustancias psicoactivas, que incluye disposiciones para los cambios legislativos conexos; una estrategia y un plan de acción nacionales; una prohibición de fumar; el desarrollo de nuevas pruebas de detección de drogas; campañas de información; e incluye un conjunto de herramientas para ayudar al personal de los centros penitenciarios a hacer frente al consumo de dichas drogas.

La mayoría de los países de Europa notifican la realización de análisis de drogas en centros penitenciarios. Sin embargo, el grado en que se utilizan los análisis de drogas y las ocasiones y circunstancias que las desencadenan varían según las jurisdicciones, y los datos suelen ser escasos. Por ejemplo, Finlandia suele notificar miles de pruebas de detección de drogas realizadas cada año, mientras que en Luxemburgo los análisis de drogas solo se realizan tras una sospecha de consumo e, incluso, en ese caso rara vez se aplican.

La mayoría de los países llevan a cabo algún tipo de preparación ante la puesta en libertad, incluida la reintegración social y la remisión a servicios externos. En varios países se han notificado programas para reducir el alto riesgo de muerte por sobredosis entre consumidores de opioides por vía parenteral en el periodo posterior al abandono del centro penitenciario. Estas iniciativas incluyen la formación y el suministro de información sobre la reducción del riesgo de sobredosis y, en algunos casos, el suministro de naloxona tras salir del centro penitenciario.

Implicaciones para las prácticas y las políticas

Elementos básicos

  • Los principios de equivalencia y continuidad de la atención requieren la prestación de la misma serie de intervenciones basadas en datos contrastados para las personas con problemas de drogas en centros penitenciarios que aquellas disponibles en la comunidad, junto con mecanismos para garantizar la continuidad del tratamiento. Eso resulta especialmente importante en el caso de las personas encarceladas durante períodos cortos.

  • En los centros penitenciarios de toda Europa se han llevado a cabo numerosas intervenciones relacionadas con las drogas que han demostrado ser eficaces en la comunidad, pero las personas en centros penitenciarios siguen enfrentándose a una serie limitada de opciones de tratamiento.

  • Resulta importante que la preparación ante la puesta en libertad incluya actividades de apoyo a la reintegración social y formación sobre la prevención de sobredosis, y también debe considerarse el suministro de naloxona en el domicilio.

  • Las alternativas a las sanciones coercitivas están reconocidas en las convenciones internacionales como una opción potencialmente útil en el caso de los delincuentes con problemas de drogodependencia.

Oportunidades

  • El centro penitenciario ofrece un entorno en el que las intervenciones pueden llegar a determinados grupos de personas que consumen drogas, a los que los servicios de drogodependencia y sanitarios de la comunidad suelen tener dificultades para llegar.

  • Al prestar servicios de reducción de daños, asesoramiento, pruebas y tratamiento a las personas en prisión antes de que vuelvan a la comunidad, se puede mejorar la salud tanto de las personas en prisión como de la comunidad a la que regresan, lo cual produce un beneficio general para la sociedad.

  • Incrementar el uso de alternativas a las sanciones coercitivas mediante la revisión de las normativas que regulan su aplicación y abordar las posturas públicas y profesionales en relación con su utilización puede mejorar los resultados a largo plazo y reducir los gastos inherentes al sistema de justicia penal.

Lagunas

  • Si bien la mayoría de los países europeos notifican la prestación de tratamiento con agonistas opioides en los centros penitenciarios, la disponibilidad y la cobertura de estos servicios para los consumidores de opioides sigue siendo baja en muchos países: la ampliación de estos programas podría hacer una importante contribución a la mejora de la salud.

  • Se necesitan estudios para mejorar la base empírica en torno a las alternativas a las sanciones coercitivas, haciendo especial hincapié en los grupos que más pueden beneficiarse de ellas y en las fases del proceso penal en las que se aplican mejor.

  • Los datos sobre la prevalencia del consumo de drogas entre los reclusos, la necesidad de servicios de tratamiento de adicciones y la disponibilidad de tales intervenciones en los centros penitenciarios siguen siendo escasa. Se requiere una mejor comprensión de estas cuestiones para orientar las decisiones políticas, las evaluaciones de necesidades, la planificación del servicio y la organización del tratamiento en los centros penitenciarios.

Datos y gráficos

Intervenciones relacionadas con las drogas y otras intervenciones de asistencia sanitaria y social dirigidas a las personas que consumen drogas en prisión, por fase de encarcelamiento

 

Drug-related and other health and social care interventions targeting people who use drugs in prison, by phase of imprisonment

Nota: Este gráfico presenta una clasificación simplificada de las intervenciones relacionadas con las drogas que pueden realizarse en los centros penitenciarios. Las diferentes fases pueden solaparse, y los contextos y modalidades para la prestación del tratamiento también pueden diferir entre países y centros penitenciarios.

Infografía: Cantidad de países que han notificado la disponibilidad de intervenciones dirigidas a personas que consumen drogas en los centros penitenciarios de Europa, 2019

 

Bar chart showing the availability of interventions in prison across countries

Tratamiento con agonistas opioides (TAO). Formación en educación e información (FEI). Véase la tabla original de este gráfico.

Otros recursos

EMCDDA

Otras fuentes

Acerca de esta miniguía

Esta miniguía ofrece una visión general de lo que se debe tener en cuenta a la hora de planificar o proporcionar respuestas sanitarias y sociales a problemas relacionados con las drogas en los centros penitenciarios, y examina las intervenciones disponibles y su eficacia. También tiene en cuenta las implicaciones para las prácticas y las políticas. Esta miniguía forma parte de un conjunto más amplio que, combinado, constituye las Respuestas sanitarias y sociales a los problemas relacionados con las drogas: Una guía europea.

Cita recomendada: Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (2022), Centros penitenciarios y drogas: respuestas sanitarias y sociales, https://www.emcdda.europa.eu/publications/mini-guides/prisons-and-drugs….

Información identificativa

HTML: TD-07-22-093-ES-Q
ISBN: 978-92-9497-723-6
DOI: 10.2810/880339

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